Dos semanas después de paralizarse totalmente su actividad tras ordenar el Gobierno la hibernación de la economía, los sectores considerados no esenciales durante el estado de alarma decretado para combatir la expansión del coronavirus pueden volver a trabajar mañana lunes. La construcción y la industria no relacionada con actividades imprescindibles –como la agoralimentaria o la del papel– tienen autorización para recuperar el pulso, lo que hará que alrededor de 45.000 trabajadores puedan volver a sus puestos en Aragón, si bien cumpliendo nuevos protocolos de seguridad y salud laboral para evitar contagios.
En el ámbito de la construcción, que emplea a unas 32.000 personas en la comunidad autónoma (11.000 de ellos autónomos), tanto empresarios como sindicatos prevén la recuperación de la actividad prácticamente en su totalidad. La patronal de la construcción y los dirigentes sindicales a nivel nacional han elaborado una guía en materia preventiva que, publicada el viernes, será de aplicación «en todos los centros de trabajo temporales o móviles, es decir, en las obras, y para todas las personas que actúen en los diferentes puestos de trabajo o en las instalaciones de dichos centros: trabajadores, subcontratas, autónomos, proveedores y cualquier otro tercero que acuda o se encuentre en dichas instalaciones».
Juan Carlos Bandrés, director general del grupo Lobe y presidente de la Asociación de Constructores y Promotores de Zaragoza, y representantes de los sindicatos UGT y CC. OO. corroboraron ayer que se llevarán a cabo las medidas incluidas en la guía y otras articuladas por las propias empresas, entre ellas algunas ya aplicadas antes de este parón. Entre ellas están la utilización de equipos de protección (EPI), que los trabajadores lleguen cambiados de casa y que hagan jornadas continuas para reducir desplazamientos. «Todas las precauciones son pocas», recalcó Manolo Grande, responsable de Construcción en UGT, quien destacó la total sintonía de empresas y representantes de los trabajadores para conseguir que la actividad no pare, respetando bien los protocolos.
En la industria, en cambio, el regreso a la actividad será más escalonado. Está previsto que mañana vuelvan a fabricar componentes de automoción empresas como Dana o Valeo, aunque en un reducido porcentaje respecto a su producción habitual (harán piezas fundamentalmente para exportación), pero al seguir parada la planta de PSA en Figueruelas –no tiene fecha aún para volver a ensamblar vehículos– la gran maquinaria del automóvil no arrancará. Lo mismo ocurre en la línea blanca, ámbito en el que la locomotora es BSHElectrodomésticos, cuyas factorías de Montañana y La Cartuja seguirán paradas al menos una semana más. En cambio, compañías de otros subsectores industriales como Megasider (siderurgia) o Trox España (que fabrica componentes para la climatización y ventilación de instalaciones) sí volverán a producir desde mañana. De este modo, según fuentes sindicales hasta 15.000 trabajadores de la industria podrían ir mañana a sus puestos.
Para ayudar a empresas como estas, el Ejecutivo central repartirá desde mañana 300.000 mascarillas en Aragón, de ellas 216.000 en Zaragoza, 50.000 en Huesca y 30.000 en Teruel, según fuentes de la Delegación del Gobierno.
Las contratistas pretenden centrarse en el movimiento de tierras y firmes, que no requieren contacto humano, como se aprecia en esta foto del viernes previo al parón en las obras de Bon Àrea.Toni GalánLas grandes obras de Bon Àrea y cuatro autovías recuperan el pulso
La maquinaria pesada vuelve mañana al tajo con el fin de retomar las grandes obras en curso en Aragón, desde el proyecto industrial más importante, la plataforma agroalimentaria de Bon Àrea en Épila, a la construcción de la autovía de Logroño entre Figueruelas y Mallén, los tramos adjudicados en las tres vías rápidas oscenses (A-21, A-22 y A-23) o las mejoras en la depauperada red autonómica.
Las contratistas han extremado las medidas de seguridad para minimizar el riesgo de contagio de coronavirus y las administraciones pretenden mantener el ritmo de los trabajos, conscientes de que son prioritarios para la competitividad de Aragón, un objetivo que aún será más necesario si cabe cuando acabe el estado de alarma.Más información
La Corporación Alimentaria Guissona ultima el gigantesco movimiento de tierras en Épila, que alcanza los 3,5 millones cúbicos de tierra, cuya fase final se va a compatibilizar con la construcción de la galería subterránea que a lo largo de tres kilómetros llevará las conducciones y conectará las instalaciones.
Fuentes oficiales de la compañía indicaron que se trata de un tipo de obra «más intensiva de maquinaria y menos personas». Lo que sí se ha decidido postergar es la primera de las edificaciones, la nave de talleres, de 14.000 m2, al igual que la planta logística, la pieza central con la que se pretende estrenar el complejo a principios de 2022 si la pandemia no lo impide.
Las máquinas también arrancarán de nuevo en la carretera de Logroño (N-232), cuyo desdoblamiento entre Figueruelas y Mallén es una reclamación histórica para mejorar las comunicaciones con el valle del Ebro.
Las contratistas trabajarán igualmente en los tramos de autovía de Sabiñánigo (A-23), Tiermas (A-21) y Huesca-Siétamo (la última actuación de la A-22). Y lo mismo en la mejora del eje pirenaico, entre Campo y el congosto del Ventamillo (N-211).
Eso sí, los planes de trabajo se han ajustado, dado que el Ministerio de Transportes ha dado instrucciones a las empresas para cumplir los requerimientos sanitarios, como los que impedirá trabajar a dos operarios a menos de un metro de distancia. «Con carácter general, nuestras obras seguirán en marcha cumpliendo las medidas para minimizar riesgos», apuntaron fuentes oficiales.
Esto obligará a adaptar las tareas, con la consiguiente afección a los ritmos normales de trabajo. Así, se han tenido que suspender trabajos de encofrado reñidos con guardar la citada distancia de seguridad, aunque se seguirá avanzando sin mayores problemas en los movimientos de tierra y en la ejecución de las capas de firme. «Y luego está el problema de la intendencia de las cuadrillas de las subcontratistas, ya que están desplazadas y el cierre de restaurantes y alojamientos lo complica todo», señalaron varias compañías