Más de 1,2 millones de aragoneses tendrán que llevar obligatoriamente mascarilla a partir de este jueves en espacios cerrados de uso público como tiendas o supermercados y en la calle siempre que no se pueda garantizar una distancia mínima de seguridad de al menos dos metros.
La medida, publicada este miércoles en el Boletín Oficial del Estado (BOE), afecta a los mayores de seis años, mientras que para los niños de tres a cinco la obligatoriedad se quedará en una recomendación. Solo se contemplan cuatro excepciones:aquellos que presenten dificultades respiratorias que puedan verse agravadas por el uso de mascarilla; quienes lo tengan contraindicado por motivos de salud «debidamente justificados» o por razones de discapacidad o dependencia; el desarrollo de actividades que resulten «incompatibles» con el uso de estas protecciones y por causa de fuerza mayor o situación de necesidad.
Quienes incumplan la nueva orden, que se aplicará mientras dure el estado de alarma y sus sucesivas prórrogas, podrán ser sancionados en aplicación de la Ley de Seguridad Ciudadana, que contempla multas de entre 601 y 30.000 euros. Ahora bien, ¿tendrán que utilizarse para hacer deporte o montar en bicicleta o patinete eléctrico? El propio director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, instó a ser «razonables». En estos supuestos, aseguró, no habría problemas en no utilizarlas. Sí sería recomendable, en todo caso, llevar una y ponérsela una vez acabada la actividad.
El Ejecutivo central sostiene que el uso generalizado de mascarillas para reducir la transmisión comunitaria del coronavirus está justificado «no solo por su alta transmisibilidad», sino por la capacidad que han demostrado estas protecciones a la hora de bloquear la emisión de «gotas infectadas», un aspecto «muy importante» cuando no se puede garantizar la distancia social.
El propio Gobierno recomienda preferentemente las higiénicas y las quirúrgicas. Para Luis Miguel García, presidente de la sociedad científica aragonesa de medicina familiar y comunitaria, la medida resulta «beneficiosa», ya que «permitirá proteger a los demás». Sobre todo ahora que parte de la población parecía haberse «relajado» con la entrada en la fase 1. En su opinión, es necesario plantear una educación sanitaria de autocuidados «desde la base», ya que, por el momento, habrá que aprender a convivir con el virus.
Tanto él como Alejandro López-Blanco, presidente de la asociación de familias numerosas 3ymás, consideran que el Gobierno tendría que facilitar la adquisición de mascarillas. Este último recalcó que muchas familias «no podrán permitirse un gasto de 150 euros al mes». «Podrán asumirlo una o dos veces, pero no de continuo», aseguró. Pese a considerar que el uso obligatorio es «una buena medida», reiteró que «no se pueden dictar normas a costa del bolsillo de los ciudadanos» y abogó por «prescribirlas» a precios reducidos a través de la receta electrónica. Gobiernos como el de Aragón siguen estudiando repartir mascarillas gratuitas entre grupos de riesgo y personas vulnerables, una medida para la que aún no hay fecha.